Los Bancos Centrales y la especulación global

Pasaron ya 9 años desde que los bancos centrales del mundo (entiéndase la FED de los EE.UU., el Banco de Japón, el Banco Central Europeo) empezaron a inundar el mundo de dólares, yenes y euros bajo la razón de que había que generar crecimiento pues la recesión global había puesto a las empresas y el comercio en mal pie, y sería casi imposible para ellos solos salir de esta situación. Ergo, había que estimular la economía de alguna manera.

¿Qué ha sucedido?, pues las tasas de interés se han ido al piso y en muchos lu­gares son negativas. Sí, pues, esto quie­re decir que países como Alemania, Suiza o Japón podrían emitir bonos a 10 años con tasas de interés negativas, ¡y el mercado las tomaría! Y otros, como Italia, España, Francia o Gran Bretaña, podrían emitir a casi cero interés.

¿A dónde ha ido todo este dinero creado y/o usado en programas masivos de relajamiento monetario? Pues ha corrido a la velocidad del rayo a comprar otros activos que al menos le paguen algo, y ganar con el ‘carry trade’, es decir: si el dinero no me cuesta, pues no me cobran o me cobran muy poco, compraré otros activos que sí paguen algo y seguiré apostando a que esta situación se mantenga, y ganar con el diferencial.

¿Qué ha generado hasta aquí este comportamiento de los Bancos Centra­les? Pues burbujas enormes en muchas clases de activos, la primera y la más evidente es la de los bonos. ¿Alguien en su sano juicio puede sostener que el riesgo de algunos países europeos es cercano a cero?. Otra burbuja es la de las acciones, hay muchas grandes empresas tranzando a 40-50 veces sus utilidades antes de impuestos (ebitda), ¡con ratios precios utilidad de 100-200 años! Es decir, para que un inversionista recupere su inversión por utilidades, deberían pasar ese número de años, y me estoy refiriendo a empresas globales, consolidadas en la gran piscina internacional.

Ya un inversionista global dijo la semana pasada que la FED parecía un poco confundida. Bueno, este tipo de confusiones ya las hemos tenido muchas veces y siempre terminan en lo mismo, sino pregúntenle a Alan Greenspan, que en su último libro confesó su confusión.

Milko Ibáñez